lunes, 10 de octubre de 2011

Odié la vida

[...]
Trae, Jarifa, trae tu mano,  
    Ven y pósala en mi frente,  
    Que en un mar de lava hirviente  
    Mi cabeza siento arder.     
Ven y junta con mis labios 
    Esos labios que me irritan,  
    Donde aún los besos palpitan  
    De tus amantes de ayer.  
    
[...]
¿Qué la virtud, la pureza?  
    ¿Qué la verdad y el cariño?   
    Mentida ilusión de niño  
    Que halagó mi juventud.  
[...]
       
Vuestros besos son mentira,  
    Mentira vuestra ternura,  
    Es fealdad vuestra hermosura,  
    Vuestro gozo es padecer. 
Yo quiero amor, quiero gloria,  
    Quiero un deleite divino,  
    Como en mi mente imagino,   
    Como en el mundo no hay;   
[...]
Y encontré mi ilusión desvanecida,  
 Y eterno e insaciable mi deseo;  
 Palpé la realidad y odié la vida:  
 Sólo en la paz de los sepulcros creo. 
    José de Espronceda    
    
 
 
 

sábado, 8 de octubre de 2011

Más inmenso sin ti


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."


El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.


Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.